viernes, 25 de junio de 2010

FELÍZ AÑO NUEVO

¿Sabías que las celebraciones de los años nuevos tiene que ver con los solsticios?
El solsticio es un término astronómico relacionado con la posición del Sol en el ecuador celeste. El nombre proviene del latín solstitium (sol sistere o sol quieto).
Son aquellos momentos del año en los que el Sol alcanza su máxima posición meridional o boreal, es decir, una máxima declinación norte (+23º 27') y máxima declinación sur (-23º 27') con respecto al ecuador terrestre.
Ocurre regularmente alrededor del 21 de junio iniciando el invierno y el 21 de diciembre iniciando el verano, para el hemisferio Sur.
En los días de solsticio, la longitud del día y la altura del Sol al mediodía son máximas (en el solsticio de verano) y mínimas (en el solsticio de invierno) comparadas con cualquier otro día del año.

Debido a que el Sol tuvo una importancia fundamental en la vida, en la mayoría de las culturas antiguas se celebraban festivales conmemorativos de los solsticios.

En Sudamérica, por ejemplo, algunos pueblos originarios festejaban el comienzo de su nuevo año con el solsticio de invierno. Principalmente aquellos cuya economía dependía del Sol.
Pero ¿por qué se festejaba el solsticio de invierno y no el de verano? Porque era el momento del año a partir que los días comenzaban a alargarse, el sol volvía a permanecer más tiempo sobre estos cielos y volvían los días más cálidos. La vida se abría camino, la naturaleza se reactivaba.
Es por ese motivo por el cual las culturas del hemisferio norte lo festejaban a partir del 21 de Diciembre. En los pueblos de nuestro hemisferio, por un tema de influencia cultural producto de la conquista e invasión europea, los años nuevos los festejamos en esas fechas y no en Junio como debería ser. O por lo menos como fue.

Actualmente, los pueblos andinos celebran el Inti Raymi que en quechua significa fiesta del Sol, la cual era una antigua ceremonia religiosa andina en honor a inti, el dios Sol.
Durante la época de los incas, el Inti Raymi era el más importante de los cuatro festivales celebrados en el Cusco (Qosco), e indicaba la mitad del año así como el origen mítico del Inca.
Durante esta festividad, el Inca simulaba atar al Sol al Intiwatana, un monolito como el que se encuentra en Machu Pichu y que si bien se trata de un reloj solar utilizado por los sacerdotes, tenía ese doble sentido para que el pueblo común entendiera el poder que el astro delegaba en su hijo de la pachamama.
A partir de ese día, efectivamente el Sol dejaba de alejarse y en lugar de ocultarse detrás del horizonte, tres días después, volvía en su recorrido hacia la posición predomínate que tomará en el verano haciendo que los días sean más largos. Esta festividad duraba 15 días, en los cuales había bailes y sacrificios. El último Inti Raymi con la presencia del emperador inca fue realizado en 1535.
Aunque hoy conocemos a esta celebración con su nombre quechua de Inti Raymi, en realidad se trata de una festividad común a muchos pueblos prehispánicos de los Andes, y que seguramente precede con mucho a la formación del Imperio incaico.
El Inti Raymi aún se celebra como rito sincrético en muchas comunidades andinas. En el callejón interandino septentrional del Ecuador, por ejemplo, el conjunto de festividades relacionadas abarca todo el mes de junio y parte de julio, teniendo cada ciudad sus propios ritos y costumbres, y llegando a paralizarse la vida cotidiana como efecto de las celebraciones, que toman las calles noche y día.
El pueblo mapuche celebra el we xipantu o wiñol xipantu, como la llegada del nuevo amanecer. Es la ceremonia tradicional con la que este pueblo-nación renueva y reafirma la fe en la naturaleza, impregnándose del cambio que se produce en la medianoche del día 23 de junio con la llegada del Año Nuevo.
De acuerdo a la cosmovisión mapuche, el We Xipantu corresponde al fin de la etapa de Rimungen (otoño) o tiempo de la caída de las hojas de los árboles, el cual marca el inicio de las temporadas o estaciones que dividen el año.
Es el inicio de la re- conexión entre la materia y el espíritu, además de la reafirmación de la relación armónica entre hombre y naturaleza o Ñuke-Mapu (madre tierra), manteniendo así el balance que permite el desarrollo y bienestar de todos los seres vivientes del Wallmapu (territorio mapuche).
A partir de la salida del sol, con sonidos de kultrun, trutrucas, pifilcas y cadcawillas, ruegos de la machi, bailes de purrun y choike purrun, juegos de palín, muday tortillas y chicharrones comienzan los festejos del We Xipantu.
En todos los casos, lo que se celebraba y se celebra, es que el sol vuelve a acercarse a la tierra. Retornan los días más largos y más cálidos. La fuente de vida, reconocida como tal por todos estos pueblos, era y es motivo de júbilo.

Por eso, sería bueno que podamos comenzar a celebrar los años nuevos con sentido a nuestro hemisferio sur, en comunidad con los pueblos originarios de esta parte de América.

UNA AVENTURA IMPRESIONANTE EN EL PARQUE NACIONAL NAHUEL HUAPI

Hugo Payen, mediante una regresión mental en el tiempo inducida por un grupo de almas compañeras, lo llevarán al siglo XVII, para ir detrás del mito de la ciudad perdida de los Césares. Junto a los vuriloches, recorrerá las comarcas que hoy están comprendidas dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi. Seguirá un camino de autoconocimiento, comprendido por los cuatro pasos iniciáticos: El del guerrero, el del mercader o negociador, el del sacerdote, el del Mago o Brujo. Como parte de ese camino, y a través de arquetipos de la mitología mapuche y tehuelche, se enfrentará a la problemática del bien y del mal, así como a los demonios y espíritus enraizados en su inconciente. Hugo se verá tentado en su honestidad, lo cual será un determinante en el desenlace de la historia. Este libro invita a cuestionar los límites de la realidad fijada por el paradigma Newtoniano-Cartesiano.
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Antes que hablar sobre el "ser", preferiría hablar sobre la experiencia de "ser", específicamente las que tuvieron influencia en la novela. La zona del Parque Nacional Nahuel Huapi tuvo y tiene un atractivo muy especial. He pasado vacaciones y realizado muchas caminatas por esas montañas, disfrutando aquellos paisajes que me producen, hasta el día de hoy, un efecto sorprendente. Fue inevitable que surgiera el sentimiento de que algo mío estuvo allí alguna vez. Luego vinieron los tiempos de investigar sobre sus habitantes, su historia, costumbres y creencias. Pero cada vez que volvía a esos sitios, parecía que incitaban la inspiración para relacionr la fantasía con la realidad, contemplando otras características que pueden tener el espacio y el tiempo.